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miércoles, 23 de septiembre de 2015

El recuerdo de una despedida

Me he apresurado a despedirme, lo se. Pero mi enfermedad me da la posibilidad de decidir, decidir tener esperanza en una mínima posibilidad o rendirme a la cruda verdad. La decisión esta echa, yo me voy, pero no lo quiero hacer sin despedirme.

Quisiera tener mas tiempo, en mis jóvenes años todo parecía tan lejano, solo deseaba que pasara las horas. Quería ser grande, quería ser libre. 
Los años pasaron, el tiempo se fue desvaneciendo en una triste canción, solo para darme cuenta que después de 65 cortos años me encuentro en mi final.

Se lo que parece, 65 años son una eternidad, no para mi. Viví cada segundo de aquellos años, todavía lo hago. Parece que el tiempo siempre cuenta mentiras, la percepción de el mismo es una mentira. A mis 65 años, un día parecería insignificante, pero ahora, que en mi lecho me encuentro eso deseo. Un día mas, una primavera mas.

Solo quedan recuerdos, historias que parecen inexistentes ahora, todo lo que soy es una cruda mentira, modificada por mi ser para que parezca mejor, historias que recordadas por mi parecen dignas de libros de historia, o mejor aun, de libros literarios.
Peleas épicas entre dragones y caballeros, amores tan cinematográficos como las que enseñan en Hollywood, 

Pero ya no recuerdo nada, ya olvido lo que sucede a mi alrededor, por eso me despido. Ni si quiera recuerdo el nombre de mi amor, ni mis hijos, ni siquiera de la enfermera que me visita todos los días solo para recordarme que debo de comer. Maldita enfermedad.
Por eso me despido, porque si no lo hago ahora temo que nunca lo termine de hacer. Al fin y al cabo ya no podre recordar de mi nombre.

No se a quien me despido, ya nadie me visita, ya nadie sabe que existo. Quizás me despido de mi, solo se que dentro de muy poco olvidare que siquiera existo. Mañana sera un nuevo día pero ya no lo recuerdo.

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